A continuación, se muestran algunos tipos de señales que se pueden inferir de transacciones informales para utilizarlas más en un cuantificador de reputación:
¿Con quién está trabajando la entidad? ¿Con qué frecuencia / consistencia trabaja con ellos? Los roles que desempeñan en los procesos de toma de decisiones. ¿Cuál es su historial?
Estos son solo ejemplos generalizados. Si aprovecha esto en un caso de uso altamente especializado, por ejemplo, medir la reputación de los influencers públicos, puede crear una pista de auditoría que revele un conjunto de características mucho más rico:
Temas que cubren ¿Con qué frecuencia respaldan o repudian temas específicos? El impacto que tienen en los fans y seguidores ¿Qué tan consistentes son en todas las plataformas (por ejemplo, Twitter frente a Telegram)?
Toda esta información podría usarse para cuantificar varios aspectos de la reputación, que a su vez podrían usarse para crear señales financieras no garantizadas o convertirse en la base de una nueva clase de criptoactivos.
Lo que tenemos al final es esencialmente un gráfico social de las relaciones laborales entre entidades comerciales.
Tener una reputación cuantificable agregará confianza y valor a relaciones comerciales cotidianas, pero el problema es que el 80% de los datos transaccionales se encuentran dispersos en subprocesos de mensajería privada y múltiples plataformas de colaboración, lo que dificulta su recopilación y verificación.