Hace algún tiempo, el concepto de "economía compartida" era el nuevo chico en el bloque. Con ello, llegaron promesas de participación de capital de base amplia, prácticas de consumo y producción más sostenibles e incluso una alternativa al capitalismo de mercado.
Sin embargo, hemos terminado con un paradigma económico insostenible y una crisis de rendición de cuentas. Los intermediarios de la economía compartida han realizado discriminación injusta, vigilancia, prácticas monopólicas y abusos laborales.
Los legisladores han propuesto apresuradamente los remedios propuestos, tales como plataformas amenazantes con acciones antimonopolio, que no resuelven las deficiencias estructurales de las que estas empresas son estructuralmente responsables y quienes comparten sus ganancias.
En respuesta a esto, plataformas en línea como AirBnb y Uber han promovido formas de cooperativismo de plataforma al presentar solicitudes formales ante la SEC para la propiedad del usuario. En teoría, esto sirve como un medio para permitir una participación equitativa en el valor y la gobernanza dentro de un marco corporativo tradicional.
Sin embargo, como estas plataformas pronto descubrieron, tales esquemas de cooperación son simplemente incompatibles con las estructuras corporativas y regulatorias tradicionales.